Artículo de los lectores de El Periódico de Cataluña, publicado el 10 de Noviembre 2015
Lejos de pensar que el arma más poderosa del mundo es aquella que produce el mayor número de bajas, un servidor considera que existe otra que lo es aún más.
De hecho son muchas, no sólo una. Todas ellas intangibles, que emanan de lo más profundo del ser humano, eso que algunos llaman alma, eso que otros llaman sesera.
Pero siento debilidad por una de ellas, por la dialéctica. Esa noble musa casi mágica que propicia que el individuo haga uso de la palabra como escudo y lanza. Que le sirve para arremeter o convencer, para mostrar o defender, pero siempre con un objetivo claro: hacerse entender.
Eruditos cuya inmortalidad debería estar garantizada por lo que nos susurran, vendedores de pócimas curativas que intentan suplir el vacío con humo. Mandatarios inconscientes del poder que tienen cuando callan y de lo débiles que son cuando vociferan. Mendigos doctos en sus fracasadas cátedras vitales y como no, tú y yo.Nadie queda al margen, ni siquiera los que desconocen su existencia.
Compramos, vendemos, comemos y disfrutamos, nos deleitamos con millones de letras que se transforman en sonidos que embaucan y enseñan, que apaciguan y enervan, que nos hacen avanzar o nos condenan.
Dime pues, que arma es capaz de abarcar a tanto y a tantos. Pero espera, sentémonos y hablemos sobre ello.
Totalmente de acuerdo, aunque la dialéctica también manda gente a las trincheras, también se lleva por delante a inocentes ingenuos.
De ahí su poder..capaz de todo lo mejor y lo peor
Cautivadora palabra cuando es capaz de seducir…desdeñable cuando ofende, latigazo cuando juzga, hermosa y susurrante en poesía, pero siempre necesaria.
Confirmo que es el arma más poderosa y que hermosura cuando está bien enjaezada…