Huellas escondidas, semi enterradas, de aquellos que hoy aguardan silenciosos y expectantes, sabiendo que otros correrán su misma suerte.
Veredas que se nos muestran vírgenes a nuestros ojos, inconscientes de que en el pasado y sin saberlo, fuimos atónitos pasajeros habituales.
Presentes moradores y testigos de historias que precederán, a los que aún están esperando su turno, deseosos y forzosos de recoger el testigo, necesario e irremediable de nuestro sino.
Y paisajes, sicarios silenciosos de nuestros sueños, testigos de nuestra fugacidad, culpables de nuestras ansias de volar de aquí para allá.Nos acunan cuando los necesitamos y nos matan en su ausencia, llorada, deseada, implacable.
Pero deja que mis emociones, descansen junto a ti. Te permito que espíes mis recuerdos, esos que me regalas cada vez que te ven mis ojos, cerrados o abiertos, durmiendo o expectantes.
Y no me cansaré de tocarte, aunque no estés junto a mí. Y no permitiré que mis botas olviden por donde asomaron, a su paso, descaradas, temerosas y relucientes, a pesar del polvo del camino, a pesar del cansancio acumulado.
Y rezaré para que el camino siempre quiera mostrarme mundos nuevos, de los que escribo a los cuatro vientos cada vez que recuerdo, una y otra vez, futuros paisajes. De los que siempre viví, de los que nunca dejaré de buscar.