Sendas ya marcadas por sus propios pasos embarrados.
Nubes que oscurecen las luces que un día le invadieron.
Y miles de instantes buscando consuelo a pesar de sus cicatrices.
Y cientos de sonidos que le guían en su arduo transitar.
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Espadas que no existen y guerreros pintados, refugios de su presente.
Valentías obligadas, tejidas por los imaginarios y los imposibles.
Y miradas hacia un cielo que se torna tierra, cayendo sobre sus hombros.
Y un caminar que debe continuar, inexorablemente, sin visos de piedad alguna.
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Colinas a escalar y montañas pasajeras, cubren la planicie, a su alrededor.
Miradas húmedas marcadas por un devenir tan necesario como cruel.
Y una memoria que le recuerda quién es y dónde se encuentra.
Y un rayo de sol que a lo lejos marca el inicio de un nuevo caminar.
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Autor Jose Minguell
Imagen: http://www.pixabay.com